ILUSION Y SUICIDIO

Todas las religiones proclaman que el ser humano está constituido por el organismo material y por el alma, y que el alma sobrevive a la muerte del cuerpo físico, por que es ETERNA.
El Espiritismo, o sea la Tercera Revelación, nos lo prueba feacientemente.
En todos los pueblos de la tierra, surgen constantemente médiums a través de los cuales se manifiestan Espíritus que se esfuerzan por darnos maravillosas enseñanzas sobre la vida en el mundo espiritual, probándonos, sin dar lugar a dudas, la supervivencia del alma.

viernes, 16 de septiembre de 2011

SUICIDIO EN LA ADOLESCENCIA

La mente atormentada por las presiones de la vida cotidiana, en general, elige procesos de fuga, con inimaginables repercusiones desmedidas, dolorosas para la paz espiritual. El suicidio es una de ellas.
El suicidio alcanza en la actualidad, cifras aterradoras  y en las fajas extremas de la existencia humana, juventud y vejez se revelan como los momentos de más frecuente ocurrencia.
Hombres y mujeres sufren los problemas que le martirizan la existencia por atentados a su propia vida que le minan las fuerzas y les producen sufrimientos mayores.
Las tazas de suicidio, aumentadas en las últimas décadas, revelan otro punto alarmante: El género de suicidio.
En este sentido, es significativo el número de personas que retornan al plano espiritual, trayendo mutilaciones periespirituales severas en razón, de las formas seleccionadas para concretar el atentado contra la vida.
Una y otra reflexión, más profunda, merece ser considerada por todas las criaturas devotas al bién. Se trata del suicidio en la pubertad y en la adolescencia.
Jóvenes, apenas contando con pocos años de experiencia reencarnatoria, son conducidas al suicidio como consecuencia de causas diversas tales  como: conflictos familiares, fragilifad de la estructura moral propia del espiritu; dependencia de sustancias químicas que conducen al vicio; la obsesión.

Los conflictos familiares de destacan en relación a las demás causas.
Los continuos choques de los embates domésticos, entre cónyuges e hijos, producen impactos de valor en las estructuras psíquicas de los implicados.
La  desunión familiar, asociada al desamor, se asemeja a la acción de los tóxicos que producen alucinaciones en la mente del niño y del joven. La ausencia de amor en las relaciones familiares, manifestada bajo la forma de comportamientos extremos de abandono o sobreprotección, infiltran ilusiones perniciosas en el psiquismo del espíritu en proceso de recomenzar las experiencias en el plano físico.
Frente a frente con esta realidad, que asusta, vamos a encontrar jóvenes que procuran abrigo en los falsos abrigos de la tristeza y de la amargura. Otros apelan a la rebeldía y a la agresividad. Buscan en ese medio la forma de neutralizar los castigos psicológicos a que se ven expuestos ininterrumpidamente.
Activando los mecanismos de defensa psíquica, muchos jóvenes se alejan de la realidad, aprisionandosen, lentamente en las mallas de la depresión. La depresión hace instalar en lo recóndito del ser de esta joven criatura una amargura  profunda, un dolor infinito, una tristeza sin fin. El espíritu adolece, paso a paso, llegando al punto de ver la muerte, no como un atentado a la existencia física, sino la solución que le parece salvadora.
Los jóvenes que adoptan comportamientos agresivos y ofensivos, caracterizados por un estado de permanente rebeldía, revelan la verdad, una forma de llamar la atención de aquellos que, íntimamente, son por ellos, clasificados de sus probables homicidas, en razón de la existencia infeliz a que les someten.
La tragedia del suicidio en la adolescencia debe ser considerada, con énfasis y relevancia en los programas y planeamientos en la casa Espírita, pues una acción conjunta, fundamentada en el amor legítimo, puede reverter ese cuadro doloroso.
Este es el llamamiento de nuestra alma.

                                                                                                     Espíritu: Días da Cruz
                                                                   Medium: Martha Antunes de Oliveira Maura

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